miércoles, 12 de octubre de 2011

Los correos truchos


Reproducción de la columna ‘Las Palabras’ publicada en la edición 2201 de la revista ‘Caretas’.

La notificación para concurrir el miércoles 5 como testigo en el caso BTR me llevó a releer notas sobre este caso, tan pintoresco en lo que se conoce y tan importante en lo que se ignora. De esas notas he entresacado una historia, conocida a medias hasta hoy y que les relato ahora.

En agosto de 2008, el entonces congresista Güido Lombardi se preparaba a dar a conocer el caso de los Petroaudios, que hasta entonces tenía poco que ver con petróleo.

Lombardi había recibido información sobre otro tipo de trafas. “Lo que me llegó era sobre cemento [y sobre] reducción de aranceles y también [sobre] hospitales”, me dijo el entonces congresista en una entrevista que tuvimos en julio de 2009.

¿Cómo lo había documentado? Le habían dado “acceso a copias de correos electrónicos… fotocopias escritas de correos electrónicos”. La información sonaba convincente. Pese a la oposición de las principales cementeras peruanas, se había bajado el arancel a la importación de cemento. Cementos Lima había intentado  bloquear judicialmente esa medida; y el conflicto legal y de lobbies, se encontraba en pleno desarrollo, mientras que el espionaje industrial suministraba las armas informativas.

De acuerdo con la información que recibió Lombardi, la entonces viceministra de Economía, Marisol Guiulfo, habría coordinado en forma corrupta la baja de aranceles con el entonces ministro  (de Vivienda primero y de Salud después) Hernán Garrido Lecca y con su colaborador y antiguo socio, Jaime Carbajal. Algunos correos electrónicos impresos, aparentemente hackeados,  documentaban la denuncia.

En uno de ellos, por ejemplo, Garrido Lecca le escribía a Guiulfo mezclando el castellano con el inglés: “Buen trabajo. El Perú necesita más gente como nosotros (…) Best regards and thank you for your time and effort in resolving these issues”.

En otro correo electrónico impreso, Jaime Carbajal supuestamente escribía a un gerente de Cemex, Juan Carlos Cárdenas, diciéndole que: “Efectivamente estás en  lo correcto. Hernán se ha ido a Pisco expresamente para verificar que todo el cemento que se use en la reconstrucción sea el de ustedes”.

Confiado en la autenticidad de la información, Lombardi se preparó para hacer una resonante denuncia pública antes de entregar los correos incriminatorios a la Fiscal de la Nación.

Antes de hacerlo, tuvo una reunión, “de cuarenta o cincuenta minutos” con Lourdes Flores en el restaurante Manhattan, del centro de Lima, para informarle de lo que se venía.

Al salir de la reunión, decidió llamar a la propia Guiulfo, para advertirle de lo que iba a hacer.
Guiulfo, todavía viceministra de Economía, recibió la llamada en su oficina. y le pidió a Lombardi que se encontraran en la oficina de éste, a pocas cuadras del MEF.

Al llegar, Lombardi le dijo que la iba a denunciar. Guiulfo pidió ver los mensajes y la secretaria de Lombardi, Milagros Campos, le trajo la carpeta. Eran tres, entre ellos el que Garrido Lecca supuestamente le dirigía.  “Lo leo” dijo Guiulfo en entrevista de julio de 2009, “y no me acordaba…. Lucho [Carranza] tenía una relación complicada con Hernán [Garrido Lecca]”.

Eso de “relación complicada” era el eufemismo del año. Se odiaban. Carranza no le contestaba el teléfono a Garrido Lecca y solo respondía comunicaciones escritas. Mientras que a Garrido Lecca le gustaba repetir: ‘A pesar de Carranza, el Perú avanza’, dentro y fuera del gabinete, este último no hacía secreto de su desprecio por aquél y aún de sus sospechas de corrupción.

Al leer los mensajes, Guiulfo vio que su firma estaba hecha en forma diferente y, sobre todo, que su apellido estaba mal escrito: Giulfo, en lugar de Guiulfo. “Ahí le digo que es falso. Güido se preocupó. Me pidió que le mande un mail…” y al recibirlo, notó la diferencia.

Alarmado, Lombardi decidió verificar otra información, sobre un supuesto sabotaje en la fábrica de cemento de los Rodríguez Banda.  Llamó a Vito Rodríguez e insistió en verlo de inmediato. “Lo veo a las dos” dijo Lombardi “y le pregunto por el sabotaje”. Rodríguez le respondió que ni él ni la aseguradora habían detectado indicios de ello.

Con eso, Lombardi tuvo suficiente. Daba marcha atrás y se retiraba del caso. “Estaba bien preocupado” dijo Guiulfo, “me dijo, qué bien que te llamé”. Le pidió, además, que hablara con su abogado.

Poco después en la casa de Lombardi, en Miraflores, Guiulfo se reunió con José Ugaz, “que hasta entonces había sido mi penalista” como recuerda la ex viceministra. Discutieron sobre la rebaja de aranceles al cemento, en cuyo asunto Ugaz defendía la posición de Cementos Lima. Pero además de eso, quedaron en verificar los correos electrónicos supuestos en la computadora de Guiulfo, en el MEF.

“Le digo: ‘Jose, ¿cómo no te has dado cuenta que mi nombre está mal escrito si soy tu cliente? No se había dado cuenta; me pareció un poco raro’” dijo Guiulfo.

De todos modos, se acordó hacer la verificación.  La iba a hacer solamente Ugaz, porque Lombardi decidió desvincularse totalmente del tema esa misma tarde.

El 28 de agosto de 2008, según recordó Guiulfo, José Ugaz llegó al MEF acompañado por un experto informático, y Guiulfo se hizo acompañar por el jefe de sistemas y el abogado del MEF.

El experto que trajo Ugaz, “creo que no sacó nada” dice Guiulfo.
Una vez que se fueron, Guiulfo hizo bajar todos los datos de su computadora. Fue una medida oportuna, porque pocos días después se la robaron.

Así abortó la primera iniciativa para sacar el caso a la luz pública. Iban a pasar algunas semanas antes de que salieran los petroaudios en canal 4.

Lo curioso del caso es que los falsificadores de esos correos electrónicos no solo se equivocaron sobre cómo escribir el apellido de Guiulfo, sino en algo más importante: cómo se habían alineado los ministros de aquel gabinete del Castillo respecto de la baja de aranceles.

SEGÚN varias fuentes, el gabinete estuvo dividido en tres posiciones:

• Carranza, congruente con su posición liberal, estuvo a favor de una baja general de aranceles;
• Del Castillo, Rafael Rey, Mercedes Aráoz, aceptaban que se bajara los aranceles en varios rubros, pero no en el caso del cemento.
• Garrido Lecca no quería que se baje nada, excepto el cemento.

Finalmente, ¿por qué los falsificadores se esforzaron en fabricar una supuesta complicidad entre Guiulfo y Garrido Lecca? Es difícil decirlo. Lo único evidente es que nada de lo que se planeó se hizo entre extraños y desconocidos:

Marisol Guiulfo está casada con Guillermo Schartwzman, quien estuvo casado con Rose Marie Cutolo, que luego estuvo casada con Wilson Gómez Barrios, que fue pareja de Giselle Giannotti.

Si a eso se suma la familiaridad que existió entre chuponeadores y chuponeados, entre ‘Chito’ Ponce y García o del Castillo, por ejemplo, resulta inescapable concluir que si para algunos el mundo es ancho, para el pintoresco elenco de esta historia, es apenas un claustrofóbico pañuelo.


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JAIME ESPEJO ARCE