lunes, 28 de noviembre de 2011

La verdadera identidad de Favre


En medio de la polémica por la llegada de asesores extranjeros para que lo ayuden a no repetir los errores de 2006, Ollanta Humala sumó un nuevo nombre a su equipo de campaña, el hombre en cuestión se llama Felipe Belisario Wemus. No es un tercero en discordia sino el verdadero nombre de Luis Favre, el consultor que junto a Valdemir Garreta asisten al ex-militar candidato desde el brasileño Partido de los Trabajadores (PT).

Argentino de nacimiento, Wemus-Favre, viene efectivamente de Brasil donde en 2001 como asesor en la campaña de Marta Suplicy, en su carrera a la prefectura de Sao Paulo. Venía de residir más de 20 años en Francia. Por entonces Suplicy estaba casada con el Senador Eduardo Matarazzo Suplicy, uno de los políticos más respetados de Brasil con quien estuvo casada 36 años. La aparición de Favre, hizo que el matrimonio se hiciera trizas y dos años después Marta y el ahora asesor de Humala contrajeron nupcias con dos padrinos de lujo, el presidente Luiz Inácio Lula Da Silva y su esposa Marisa (“A Galhega”).

Ese matrimonio había acaparado la atención de toda la prensa paulista. Favre se desempeñaba a caballo como asesor en el gobierno de Lula y en la consultora de Duda Mendonca, el hombre que en 2002 llevó al líder petista al gobierno. Pero su cercanía al PT no terminó igual que su matrimonio, finiquitado en 2009.

Numerosos rumores hablaron de escándalo e incluso de alguna pelea a los golpes con el hijo mayor de Marta, “Supla”, un conocido rockero de 41 años, algo que el propio músico desmiente en todos los tonos. Favre se quedó en Brasil y en el PT. Más precisamente en la Secretaria de Relaciones Internacionales, oficina que durante varios lustros estuvo a cargo de Marco Aurelio García (el influyente asesor tanto de Lula como de Dilma Rousseff) , pero su pasado es tan llamativo como su inserción en el partido socialdemócrata más importante de América Latina.

Un tal Felipe Belisario Wermus
 
Nació en Buenos Aires hace 62 años, y fue el último varón en un hogar de inmigrantes judeo-polacos, los hermanos Wermus optaron todos por militar en el troskismo y por cambiarse el nombre. Su hermano mayor, José Saúl, optó por el de Jorge Altamira, nombre con el que llegó a ser diputado de la Capital Federal, en su carácter de líder, desde hace, 38 años del Partido Obrero (PO). Su otro hermano, Natalio Wermus, responde al nombre de Ismael Bermúdez en las páginas económicas del matutino Clarín, donde trabaja hace varias décadas. Al igual que sus hermanos, Jorge fue un ferviente militante de Política Obrera y al exiliarse en Francia se integró a la Organización Comunista Internacionalista (OCI), al tiempo que regenteaba una imprenta. Como delegado de ese colectivo había pasado una temporada en Brasil en los años 80, cuando el PT estaba recién en ciernes. Pero fue en el siglo XXI cuando desembarcó en Sao Paulo y en el corazón de Suplicy para quedarse.

Los que lo conocen dentro del PT, lo identifican dentro de un grupo interno conocido como los “Libelu” (el apodo de los extrokistas de Libertad e Luta), aunque en los últimos años Wermus viró hacia posiciones más moderadas. Esas que ahora busca imprimir en un Humala que abandonó “el rojo, rojito” de su aliado Hugo Chávez con el que se lo veía en el 2006 en busca de ser una opción más digerible para la clase media peruana. Esa a la que Wermus ayudó, en su momento, a conquistar para el PT.Hay una salvedad: Humala no es Lula y el electorado peruano suele ser una incógnita para los asesores extranjeros, aún cuando lleguen con el nombre cambiado.

jueves, 24 de noviembre de 2011

Kenji Fujimori: "Jamás escuché a mi padre oponerse a indulto humanitario"


El hijo menor del ex presidente Alberto Fujimori, Kenji Fujimori, sorprendió esta mañana al asegurar que “jamás” ha escuchado a su padre decir que se opone a ser beneficiado con un indulto humanitario.

“Como hijo lo digo con total autoridad, yo que lo visito con frecuencia, jamás he escuchado a mi padre oponerse a un indulto humanitario”, dijo el congresista.

Hace unas semanas su tío, Santiago Fujimori, había señalado en una entrevista periodística que su hermano no está de acuerdo con el indulto porque considera que su sentencia es injusta.

PEDIREMOS EL INDULTO
 
Fujimori Higuchi fue consultado hoy respecto al informe sobre la salud de su padre, entregado por el Instituto Nacional de Enfermedades Neoplásicas a una jueza, y que difundió hoy “Caretas”.

“Mi padre es un paciente con cáncer de alto riesgo y por la mismas condiciones de reclusión hace que la enfermedad sea mucho más recurrente y que su estado de salud y anímico se vea deteriorando día a día”, comentó.

Agregó que su familia no ha sido notificada de este informe.

“Más adelante solicitaremos el indulto humanitario, pero no hemos iniciado los trámites formales (...) a mí nadie me garantiza de que mañana vaya a la celda de mi padre y lo encuentre con vida”, señaló.

“Si mi padre muere en prisión esto va a generar más división entre peruanos, su estado es grave (...) por supuesto que sí (pediremos el indulto humanitario)”, subrayó.

El ex mandatario se encuentra recluido en la Diroes cumpliendo una condena de 25 años por delitos de lesa humanidad.

jueves, 10 de noviembre de 2011

INVESTIGANDO A GARCIA

En la década de 1990, Alan García terminó librado de las acusaciones de corrupción y violaciones a los derechos humanos que se le imputaban. Dos fueron las razones centrales: el pobre trabajo que las entidades a cargo de las investigaciones realizaron en aquel momento pero, sobre todo, el uso político que el gobierno de Alberto Fujimori dio a estas indagaciones, lo que culminó en vulneraciones al debido proceso.
 
De allí que, caído Fujimori, García se acogió a la prescripción de los casos de corrupción y que, incluso luego del trabajo de la Comisión de la Verdad y Reconciliación, no se encuentre hasta el momento alguna evidencia que lo involucre más allá de la responsabilidad política en casos de derechos humanos ocurridas durante su gobierno.
 
Culminado el segundo gobierno de AGP, la expectativa de un sector de peruanos es que los actos de corrupción ocurridos entre 2006 y 2011 puedan ser juzgados. Y de allí que se acrecentaran las expectativas por lo que pudiera hacer la comisión investigadora formada en el Congreso de la República.
 
Como conocemos, esta comisión ha terminado debilitada desde su formación. Y no solo por el caso Chehade y por la serie de dimes y diretes que culminaron en la salida de Javier Diez Canseco. Con la excepción de este último parlamentario, las bancadas no escogieron a personas con experiencia, sin posibles vinculaciones al gobierno anterior que pudieran ser sacadas en cara y que tuvieran pocas ansias de figuración.
 
Además, ninguno de los parlamentarios explicó adecuadamente a los ciudadanos que los resultados de la Comisión deben pasar por el Pleno del Congreso para ser aprobados y que las acusaciones constitucionales que pudieran derivarse de los posibles ilícitos encontrados tendrán que ser llevadas a la subcomisión respectiva para el trámite respectivo.
 
Si bien las comisiones investigadoras de los casos vinculados a Alberto Fujimori dieron varios resultados importantes, se ha hecho poca referencia en estas semanas al importante papel que tuvo la Procuraduría ad hoc para los casos Fujimori – Montesinos para ordenar información, repatriar fondos y tener un trabajo serio y profesional que condujo a las condenas conocidas por todos.
 
Por ello, el papel principal para investigar los actos de corrupción ocurridos durante el quinquenio anterior le deberá corresponder a dos entidades: el Ministerio Público y la Procuraduría Anticorrupción. Esta última, asumiendo el rol de su predecesora a inicios de la década pasada. (DIARIO 16)