jueves, 29 de agosto de 2013

INFORME DE LA CVR: HISTORIAS DE REENCUENTROS QUE NO CESAN

A 10 años del informe de la CVR, Defensoría del Pueblo denuncia que no existe un plan nacional  para buscar y recuperar los restos de las víctimas
El tiempo no lo cura todo y menos las cicatrices del alma. Si alguien creía lo contrario tendría que ver y escuchar a los deudos de las víctimas del conflicto interno que azotó al país durante veinte años, desde la década del 80’ hasta el 2000.
Ayer se cumplieron 10 años desde que la recordada Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR) presentó su informe final, después de varios años de escuchar testimonios y escarbar en los carentes datos que existían de nuestra propia historia de violencia. La concentración se realizó en el monumento El ojo que llora, ubicado en el Campo de Marte, un bastión que hace algunos años fue atacado por fujimoristas que se oponían a su instalación. Este ojo simbólico alberga en cada piedra el nombre de algún fallecido o desaparecido por el que sus familiares aún derraman lágrimas.
Ellos, los deudos, vienen de distintos lugares del Perú donde el terror arrasó con sus vidas. De Ayacucho, Cerro de Pasco, Huancavelica, y muchos otros más donde los terroristas, pero también los militares, cometieron abusos y actos execrables.
¿Dónde está Rigoberto?
Benicia Avalos, viene desde Ayacucho. Es la primera vez que visita El ojo que llora. Todavía no sabe que ocurrió realmente con su hijo Rigoberto, desaparecido a los 17 años. Solo le han contando que “los militares lo sacaron del colegio junto a su profesor por ser terrucos”. Nunca más lo volvió a ver. Ella se quedó sola.
La historia de Rigoberto se cuenta entre quechua y castellano. Benicia piensa que su hijo aún –quizá- esté vivo. Aunque no entendemos todo lo que nos dice, hay un idioma que sí podemos descifrar, el de las lágrimas. Sus manos buscan entre las piedras con nombre a Rigoberto desaparecido en 1985.
Son cientos de piedras, de pronto, vemos a Benicia saltar de alegría y señala una piedra. Ahí estaba labrado el nombre de Rigoberto y el año en el que desapareció. “Joven… Siento como si hubiera vuelto a abrazar a mi hijo”, se emociona.
Al lado del monumento hay una persona sentada en el piso. Es Hayde Alanya, en 1983, su padre Erineo, teniente alcalde de la provincia de Huanca Sanco (Ayacucho), fue acribillado por los terroristas. Hasta ahora espera justicia y una condena para los responsables. También es la primera vez que Hayde llega hasta aquí y encuentra la piedra que simboliza el recuerdo de su padre.
LAS HERIDAS SIGUEN ABIERTAS
La ayacuchana Dionicia Calderón tiene una cicatriz en el labio que hasta ahora la hace llorar. Fue torturada por los terroristas, que además de insultarla y pegarle, le arrebataron al único amor de su vida, su esposo al que no ha vuelto a ver desde hace más de 15 años. Ya no quiere conversar con nosotros porque el recuerdo la derrumba.
Un poco más allá, Elsa Escobar mantiene la esperanza de encontrar el cuerpo de su padre llamado Ángeles, quien fue asesinado por los militares que lo sindicaron como terrorista. El último recuerdo que tiene de su progenitor es que “alguien le contó que lo vieron muy mal, en el suelo, en la base de Huancavelica”.
REPARACIONES
Si bien en cierto que el gobierno de Ollanta Humala, en el 2012, destinó S/. 100 millones para pagar las reparaciones a los deudos, todavía muchos reclaman que se les cumplan. 
Según el Defensor del Pueblo, Eduardo Vega, este proceso todavía está “inconcluso”, debido a que hasta ahora se ha cumplido con pagar a un 33% de comunidades, y en el caso de reparaciones individuales solo se ha “avanzado en un 37%, que son aproximadamente 29 mil víctimas reparadas”. (El informe de la CVR señaló 69 mil muertos).
Vega denunció que “no existe un plan nacional de investigaciones antropológicas forenses, que permitan la búsqueda y recuperación de los restos”. 

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JAIME ESPEJO ARCE