jueves, 26 de marzo de 2015

Ricardo Arjona, el cantante de los que no leen

Ricardo Arjona, el cantante de los que no leen
Arjona suele aparecer ante las cámaras con una barba de tres días, boina al estilo del Ché y un puro en su boca. En su discurso suelen haber reflexiones vacuas sobre la vida, citas a Borges, Neruda y Benedetti y, cada vez que puede, un guiño a la revolución cubana. A primera vista podría tratarse de un revolucionario, uno de esos tipos que, como Manu Chao, tienen costumbres hippies como recorrer el continente en auto stop o escoger como guardaespaldas a una guardia indígena. Pero no se equivoquen, mientras el exlíder de Mano Negra es consecuente con su discurso, el guatemalteco no es más que un producto elaborado por las disqueras para descrestar a solteronas cursis y a torpes aspirantes a filósofos.
Seamos claros, Arjona no sólo es un mal poeta, sino que es un farsante.  Uno puede pensar que traerlo a cantar al país puede ser barato ya que él ha dicho hasta la saciedad que no tiene pretensiones materiales y que su única preocupación es alimentar a la musa que le dicta las canciones. Nada más alejado de la realidad. Para sus conciertos exige cosas tan absurdas como varias botellas de ron jamaiquino, galletas nepalíes, chocolate mexicano y 50 dobles para despistar a los fans que matarían por una hebra de su cabello. Es más fácil tocar el hombro de Barack Obama que el del autor de Quién diría;  la centena de guardaespaldas que lo protegen son una barrera infranqueable que ninguna fanática, por más histérica que esté, podrá rebasar.
Hijo de un profesor de colegio, en un principio quiso ser basquetbolista. Alentado por sus casi dos metros de estatura, Ricardo Arjona fue integrante de la selección nacional de su país y durante mucho tiempo tuvo el record de anotar más puntos en un solo partido: 78. En la universidad estudió comunicación social y durante unos años se desempeñó como profesor en colegios rurales. Pensó seriamente dejarlo todo para volverse sacerdote hasta que, para la mala fortuna nuestra, una guitarra se le atravesó en su camino.
Fue en 1985, a sus 21 años, cuando grabó un disco que hasta él mismo le da vergüenza reconocer, un salpicón meloso llamado Déjame decirte que te amo, uno de los fracasos más sonoros de Polygram. Convencido de que no tenía futuro como cantante, decidió seguir dando clases en su Jocotenango natal y, de vez en cuando, viendo el cráter de un volcán le pedía a algún espíritu maya que lo llenara de sabiduría y le ayudara a inspirarse un verso tan hermoso como El cadáver del minuto que pasó.
Cinco años después lo encontramos en la calle Florida de Buenos Aires. Su cultura literaria no pasaba de leerse un par de poemas de Benedetti en su Inventario y su ideología política era la misma que tienen los aspirantes a revolucionarios que pululan en las universidades públicas. Quería ser un rebelde, un maldito, un bohemio. Su cara comprimida como un ombligo, a lo Miguel Calero y su 1.95, despertaban algún tipo de piedad por parte de los caminantes y el sombrerito hongo que tenía en el piso, a veces se llenaba de monedas.
Entonces, en 1993, viene el inesperado éxito de Animal nocturno y Arjona pasa de ser un larguirucho aspirante a poeta, a uno de los hombres más deseados de Latinoamérica.  Allí viene la que probablemente sea la mejor de sus letras Jesús es verbo y no sustantivo, una canción plagiada al cantautor argentino Facundo Cabral.
Las chicas, a principios de los noventa,  soñaban con encontrarse en sus vidas con un tipo sensible, culto, guapo, anarquista y millonario como él.  Se casó, como le correspondía, con una Miss Universo. Diez años después vendría el escándalo. Leslie Torres pidió el divorcio después de que lo denunciara por torturarla física y sicológicamente. El hombre que dijo sobre las mujeres No sé quién las inventó, no sé quién hizo ese favor tuvo que ser Dios, intentó empujarla desde el octavo piso de un hotel. El hermano de la puertorriqueña testimonió  que el cantante: “La ha cacheteado, empujado, pateado, agarrado por el pelo, además de tirarla en la ducha completamente vestida y echarle agua fría”. Él, en vez de reconocer su falta, se defendió diciendo que Leslie Torres era alcohólica y drogadicta. Los jueces no le creyeron y lo obligaron a una indemnización millonaria. Sus fans, ciegas y sordas, no creyeron nada de esto y siguieron llenando sus conciertos, en donde se presentaba en ridículos escenarios convertidos en bibliotecas o bares, correspondiendo a la imagen de bohemio e intelectual que él mismo ha querido crear.
Sus versos ramplones e imposibles como El problema no fue hallarte, el problema fue encontrarte oCómo encontrarle una pestaña, a lo que nunca tuvo ojos, seguía siendo recitados por millones de jovencitas. Si Neruda era el poeta de los trabajadores y Rimbaud el de los fumadores de hachis, Arjona es el bardo de los que nunca han leído un libro.
Hoy en día su fama crece y eso ha generado indignación entre los que son artistas verdaderos. Fito Páez en el años 2010, dijo que el fanatismo que le profesaba su país a Arjona revelaba la aniquilación cultural que vivía la Argentina: “Si la ciudad de Buenos Aires le da 35 estadios Luna Park a Arjona, y a Charly García le da dos, tienes que pensar qué significan la política, los diarios en esta ciudad, en la que hay valores que fueron aniquilados”.
A sus 51 años Ricardo Arjona es inmune a los cuestionamientos. Ya lleva más de 20 millones de discos vendidos en Latinoamérica y, mientras la industria musical está en crisis y miles de verdaderos poetas de la canción fracasan en su intento de hacerse con un público, él es idolatrado y admirado. Su triunfo es la derrota del arte verdadero y una prueba clara y contundente de que a cualquier tarado que pueda ocurrírsele una canción tan insulsa como Pinguinos en la cama, puede aspirar a la gloria. El secreto para llegar a la fama no tiene nada que ver en el genio, sino en la habilidad de los mercachifles de la música y de interpretar los gustos, cada vez más limitados, de una muchedumbre culturalmente pobre. 
IVÁN GALLO. 

MANUEL SEVILLA ASUME LA JEFATURA DE LA DINI

Ejecutivo designa a Manuel Sevilla Echevarría como director de la DINI

El Ejecutivo enfrenta NUEVAMENTE problemas a causa de la DINI. Por lo pronto, se ha designado interinamente como Director a Manuel Sevilla Echevarría
Sevilla es abogado y era Jefe de la Oficina de Asesoría Jurídica de la DINI. Asume el cargo más con un objetivo político pues la Resolución Suprema dice que, mientras se reestructure la institución, la ejecución de acciones de inteligencia operativa y contrainteligencia está suspendida. 


Pero.... es interesante leer este artículo para entender cual fue el preludio de los acontecimientos. 

Ejecutivo designa a Manuel Sevilla Echevarría como director de la DINI

Movidas y contramovidas en la poderosa (y manoseada) Dirección Nacional de Inteligencia (DINI).

Informa: Gertrudis Jari
No era usual. Víctor Gómez Rodríguez  instauró una poco ortodoxa forma de celebrar el aniversario de Inteligencia. Días atrás ya había dispuesto cada detalle para que todo resultara inolvidable. El evento se llevó a cabo el pasado viernes 9 de enero en la mismísima explanada de la poderosa Dirección Nacional de Inteligencia (DINI), en Chorrillos, en lo que es el antiguo local del otrora aún más poderoso SIN de Montesinos. Limpios y altos toldos, mozos elegantemente vestidos, mesas correctamente servidas con impolutos manteles, comida de gala y discursos a diestra y siniestra dieron el contexto del ágape. Las copas relucientes esperaban el cordial brindis.
Algunos cuadros sobrevivientes del ex SIN, entre cincuentones y sesentones, como los ex agentes de la promoción 1985 Fredy Melitón, Marnie Valdez  o Pancho Tello,  rememoraron aquellas antiguas bien rociadas fiestas que le gustaba ofrecer, entre los años 1988 a 1991, al general Edwin ‘Cucharita’ Díaz Zevallos, con motivo del aniversario institucional. Como sabemos, en la nueva DINI trabajan todavía alrededor de una decena de exfuncionarios del extinto SIN, acostumbrados a esas rifas que habría hecho ‘Cucharita’ con gastos reservados, según recuerdan algunos memoriosos.
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Víctor Gómez Rodríguez, recientemente cesado como jefe de la DINI. Compañero de promoción del presidente Humala.
Sin embargo, en esta ocasión, pese a que la mesas estaban servidas, y no faltaban buenos licores, la cita fue sumamente tensa. Acaso algunos cazurros espías pensaban que los bocaditos podrían estar envenenados. En todo caso, los agentes de Inteligencia suponían que el capitán EP (r) Víctor Gómez Rodríguez, el compañero de promoción  de la Escuela Militar de Chorrillos del presidente Ollanta Humala, estaba asegurado a la cabeza de la institución los 5 años de gestión nacionalista. Los pronósticos, por problemas personales, sucumbieron ante la realidad de los hechos.
Gómez Rodríguez, el mismo que abrió las puertas del campamento minero de Toquepala a los hermanos Humala cuando el levantamiento de Locumba, decidió por un tema estrictamente familiar, abdicar al cargo. Allí empezó un cubileteo para buscar al nuevo hombre secreto. Nadie quería hacerse del muerto. Por default se recurrió a otro miembro de la ‘promo’ del presidente —Héroes de Pucará y Marcavalle, 1984—, el capitán EP (r) Javier Briceño Carpio, quien hasta el año pasado estaba como jefe de la Agencia de Compras Militares.
EL GRAN DISCURSO
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Iván Kamisaki, actualmente número dos de la DINI.
Las celebraciones del viernes 9 no parecían ser tan fraternas como en aquellos tiempos de ‘Cucharita’. Esta vez no hubo gran orquesta, apenas algunos solitarios músicos a los que pocos prestaban atención. Los más experimentados hablaban a media voz, no vaya a ser que alguien hubiera instalado en las mesas algún ‘bicho’ electrónico para captar conversaciones. La experiencia enseña que entre espías, si quieres conservar la cabeza, es mejor escuchar que hablar. Tal vez por ello, las conductas fueron especialmente lacónicas. Sin embargo, entre mareos y soponcios de algún asistente próximo a su cese, se hizo de notar el largo discurso del capitán GC (r) Iván Kamisaki Sotomayor, número dos de la organización.
Tal fue el “robo de show” de Kamizaki en su discurso que Gómez Rodríguez no tuvo más remedio que hacer un simple agradecimiento en el ágape de espías, lo que a su vez desubicó al jefe entrante Javier Briceño Carpio; pues a estas alturas ya no estaba seguro de si el jefe era él o el referido Kamisaki, a quien habría acusado hasta de infidente. Sucede que en la DINI todo se sabe en prensa y en tiempo real, por la persistentes fugas de información que aquejan al organismo.
 VIEJOS AMIGOS
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Javier Briceño Carpio, el nuevo ‘mero mero’ de la institución.
La fecha escogida de la reunión, 9 de enero, no era precisamente el ‘cumpleaños’ de la DINI, que en realidad es el día 4 de enero por la promulgación de la antigua Ley 28664. Como sea, la fecha propició que se vieran las caras viejos amigos y viejos enemigos. Juan Manuel Rivera, abogado y hombre de confianza en la Agencia de Compras Militares asumía la jefatura del gabinete de la DINI, lo que le produjo en la reunión una fuerte baja de presión arterial a su antiguo verdugo: Armando Palacios, su colega y jefe de personal, y quien sacó a Rivera del DINI en la gestión aprista. Allí estaba también Alberto Cortez, número tres de la organización y reciclado desde el gobierno fujimorista, un retazo de los estertores de los tiempos de dominio del Doc.
La celebración seguramente no fue, como en los rememorados tiempos de ‘Cucharita’, hasta la madrugada; y los tragos, esta vez, no rompieron el hielo. Y es que la inteligencia de ahora no difiere mucho de hace 20 años. Allí faltó, por ejemplo, Yober Alcarazo Valverde (recientemente mencionado por la revista Caretas como el hombre de la DINI en el Ministerio del Interior y brazo derecho de Urresti). Al parecer, los espías han aprendido a cuidarse. Por eso es que desde el ministerio del Interior no mandaron representantes para la susodicha fiesta de aniversario. Esa habría sido la recomendación del general PNP (r) Wilson Hernández, actual jefe de la Dirección de Inteligencia del Ministerio del Interior, y primer interesado en ocultarlo todo. Wilson Hernández trabajó en el SIN entre 1998 y 1999 destacado por su institución y fue viceministro de Orden Interno de ‘Meche’ Cabanillas; además de ser la ‘yunta’ de Iván Kamisaki.
Aunque se reciclen figuras del desaparecido SIN y aparezcan émulos que terminan siendo malas copias, el Doc, para bien o para mal, siguen siendo irrepetible. Será por ello que hoy día Javier Briceño anda cavilando en hacer los nuevos cambios muy lentamente porque no sabe qué petardos le van a poner en el camino, en un vía crucis lleno de agentes que no responden a la lealtad absoluta al jefe sino que tienen agenda propia. Sino, díganle eso a Kamisaki, Cortez o Palacios.
LOS NUEVOS MANDAMASES
Por el momento, y resumiendo, los que pisan fuerte en la DINI son los siguientes:
Juan Manuel Rivera Macpherson
Fue designado el jueves pasado jefe de Gabinete de Asesores de la DINI en reemplazo del coronel FAP (r) Franklin Martínez. Abogado por la PUCP. Ingresó al Consejo Nacional de Inteligencia (CNI) de la ‘chakana’ toledista el 2003. Su especialidad es la gestión del Estado y los temas jurídicos. Se desempeñó como Jefe Juridico del CNI. Fue cesado por el gobierno del APRA en su gestión como jefe jurídico de Inteligencia. Aunque postuló sin éxito al Ministerio de Transportes y Comunicaciones, tuvo un efímero paso por los Registros Públicos entre agosto de 2011 y abril de 2012, y luego fue agraciado en este gobierno con contratos estatales en SEDAPAL, el Ministerio de Educación,  SUCAMEC, y desde noviembre de 2014 en la Agencia de Compras Militares del Ministerio de Defensa. Allí consolidó su relación con Javier Briceno Carpio. Se le ha visto desde la llegada de Briceño en cuanta ceremonia o encuentro se ha producido en la DINI desde el cese de funciones Victor Gómez Rodriguez.
Tiene en su haber problemas no investigados acerca de los documentos de la estructura complementaria de la DINI durante su gestión como jefe legal de la esa institución y problemas relacionados a la designación ilegal de su compadre Vicente Danessi Vega, el 2007, sentenciado por el Poder Judicial e inhabilitado para la función pública por fraguar documentos personales de la DINI.
Yober Alcarazo Valverde
 Agente de Contrainteligencia. Pisicólogo por la UNMS y poligrafista. Trabajó en la DINI desde el año 2007 como analista de Inteligencia. Se recicló en Contrainteligencia de la DINI y trabajó por muchos años en la Dirección de Inteligencia dirigida por el abogado Alberto Cortez Torres. Alcarazo fue designado en octubre de 2014 como asesor del COAS-MNINITER, bajo la batuta de Daniel Urresti. Viajó a Ecuador en comisión de servicios enviado por el ministro Urresti, Sería el enlace entre la DINI y el MININTER, y el señalado como el autor de ciertas páginas web con miras a la candidatura presidencial de Urresti.
 Alberto Cortez Torres
Abogado por la USMP y acomodaticio personaje de inteligencia. Profesional. Cercano al abogado Sergio Tapia, de Keiko Fujimori. Cortez fue mentor de Yober Alcarazo en la Dirección de Inteligencia Estratégica de la DINI.  Fue secretario ejecutivo del Consejo Nacional de Derechos Humanos fujimorista entre 1997 y el 2000, y ejecutor de las políticas de Derechos Humanos diseñada por el fallecido ministro Alberto Bustamante Belaúnde.  Durante la gestión aprista fue cesado de la DINI y misteriosamente se reincorporó a la misma a los pocos días de asumir la presidencia Ollanta Humala. El ‘vietnamita’, como se  conoce a Cortez por sus rasgos en los predios de la DINI, tiene conocida capacidad camaleónica para reciclarse en cualquier gobierno. Sumisión, más que lealtad, parece ser su palabra mágica para sobrevivir.