miércoles, 15 de junio de 2016

LA AMENAZA DEL FUJIMORISMO !


Yo tengo 73 congresistas !

Puedo elegir al Defensor del pueblo que se me antoje !

A Los miembros del Tribunal Constitucional !

A Los miembros del BCR !

Puedo tumbarte tus gabinetes, censurar a tus ministros !

Te puedo hacer la vida a cuadritos !

No importa si todo el país explota !

No importa si los logros económicos se van al diablo !

Si los inversionistas fugan espantados ! 

Que vuele todo, que reviente todo !


SI NO TE ARRODILLAS ANTE MI Y ME PIDES 

DISCULPAS NOS REVENTAMOS TODOS JUNTOS !!! 1, 2, y .... 



martes, 14 de junio de 2016

Hace 88 años nació Ernesto 'Che' Guevara

Ernesto 'Che' Guevara, fallecido guerrillero que lideró la Revolución Cubana, envió el 6 de julio de 1952, desde Bogotá, una carta a su madre Celia Guevara, cuando llegó a Colombia luego de pasar por Perú en su primer viaje por América Latina.
A continuación, compartimos la carta del 'Che' Guevara a su madre:
Bogotá, 6 de julio de 1952 
Querida vieja:
Aquí estoy, unos cuantos kilómetros más lejos y algún peso más pobre, preparándome a seguir viaje rumbo a Venezuela. Primero que todo tengo que mandarte el que los cumplas muy feliz de rigor que lo hayas pasado siempre dentro del tiempo medio de la familia en cuestión felicitaciones, luego, seré ordenado te contaré escuetamente mis grandes aventuras desde que salí de Iquitos: la salida se produjo más o menos dentro del término establecido por mí, anduvimos dos noches con la cariñosa compañía de los mosquitos y llegamos a la madrugada a la leprosería de San Pablo, donde nos dieron alojamiento. El médico director, un gran tipo, simpático enseguida con nosotros y en general simpatizábamos con toda la colonia, salvo las monjas que preguntaban por que no íbamos a misa, resulta que las administradoras eran las tales monjas y al que no iba a misa le cortan la ración todo lo posible (nosotros quedamos sin..., pero los muchachos nos ayudaron y nos conseguían algo todos los días). Fuera de esta pequeña guerra fría la vida transcurría sumamente placentera. El 14 me organizaron una fiesta con mucho pisco, una especie de ginebra que se trepa de lo lindo. El médico director brindó por nosotros y yo, que me había inspirado por el trago, contesté con un discurso muy panamericano que mereció grandes aplausos del calificado y un poco picado público asistente.

Nos demoramos algo más del tiempo calculado pero por fin arrancamos para Colombia. La noche previa un grupo de enfermos se trasladó desde la parte enferma a la sana en una canoa grande, y que es la vía practicable y en el muelle nos dieron una serenata de despedida y dijeron algunos discursos muy emocionantes. Alberto, que ya pinta como sucesor de Perón , se mandó un discurso demagógico en forma tan eficaz, que convulsionó a los homenajeantes. En realidad fue éste uno de los espectáculos más interesantes que vimos hasta ahora: un acordeonista no tenía dedos en la mano derecha y los reemplazaba por unos palitos que se ataba a la muñeca, el cantor era ciego y casi todos con figuras monstruosas provocadas por la forma nerviosa de la enfermedad, muy común en las zonas, a lo que se agregaba las luces de los faroles y linternas sobre el río. Un espectáculo de película truculenta. El lugar es precioso todo rodeado de selvas con tribus aborígenes a apenas una legua de camino, las que por supuesto visitamos, con abundante pesca y caza para morfar en cualquier punto y con una riqueza potencial incalculable, lo que provocó en nosotros todo un lindísimo sueño de atravesar la meseta del Matto Grosso par aguas partiendo del río Paraguay para llegar al Amazonas haciendo Medicina y todo lo demás; sueño que es como el de la casa propia... puede ser... el hecho es que nos sentíamos un poco más exploradores y nos largamos río abajo en una balsa que nos construyeron especialmente de lujo; el primer día fue muy bueno pero a la noche, en vez de hacer guardia nos pusimos a dormir los dos cómodamente amparados por un mosquitero que nos habían regalado, y amanecimos varados en la orilla.
Comimos como tiburones. Pasó felizmente todo el otro día y decidimos hacer guardia de una hora cada uno para evitar inconvenientes ya que al atardecer la corriente nos llevó contra la orilla y unas ramas medio hundidas casi nos descuajan la balsa. Durante una de mis guardias me anoté un punto en contra ya que un pollo que llevábamos para el morfi cayó al agua y se lo llevó la corriente y yo, que antes en San Pablo había atravesado el río, me achiqué en gran forma para ir a buscarlo, mitad por los caimanes que se dejaban ver de vez en cuando y mitad porque nunca he podido vencer del todo el miedo que me da el agua de noche.
Seguro que si estabas vos lo sacabas y Ana María creo que también ya que no tienen esos complejos nochísticos que me dan a mí. En uno de los anzuelos había un pez enorme que costó un triunfo sacar. Seguimos haciendo guardia hasta la mañana en que atracamos a la orilla para poder meternos los dos debajo del mosquitero, ya que los carapanás abundan un poquitillo. Después de dormir bien, Alberto, que prefiere la gallina al pescado, se encontró con que los dos anzuelos habían desaparecido durante la noche, lo que agravó su bronca y como había una casa cerca decidimos ir a averiguar cuanto faltaba para Leticia. Cuando el dueño de casa nos contestó en legítimo portugués que Leticia estaba siete horas arriba y que eso era Brasil, nos trenzamos en una agria discusión para demostrar uno al otro que el que se había dormido en la guardia era el contendiente. No surgió la luz. Regalamos el pescado y un ananá como de cuatro kilos que nos habían regalado los enfermos y nos quedamos en la casa para esperar el día siguiente en que nos llevarían río arriba. El viaje de vuelta fue muy movido también, pero algo cansador porque tuvimos que remar siete horas bien contadas y no estábamos acostumbrados a tanto. En Leticia en principio nos trataron bien, nos alojaron en la policía con casa y comida, etc., pero en cuanto a cuestiones de pasaje no pudimos obtener nada más que un 50% de rebaja por lo que hubo que desembolsar ciento treinta pesos colombianos más quince por exceso de equipaje, en total mil quinientos de los nuestros. Lo que salvó la situación fue que nos contrataron como entrenadores de un equipo de fútbol mientras esperábamos avión que es quincenal. Al principio pensábamos entrenar para no hacer papelones, pero como eran muy malos nos decidimos también a jugar, con el brillante resultado de que el equipo considerado más débil llegó al campeonato relámpago organizado, fue finalista y perdió el desempate con penales. Alberto estaba inspirado con su figura parecida en cierto modo a Pedernera y sus pases milimétricos, se ganó el apodo de Pedernerita, precisamente, y yo me atajé un penal que va a quedar para la historia de Leticia. Toda la fiesta hubiera sido muy grata si no se les ocurre tocar el himno colombiano al final y me agacho para limpiarme un poco de sangre de la rodilla mientras lo ejecutaban, lo que provocó la reacción violentísima del comisario (coronel) que me atacó de palabra y le mandaba mi rociada flor cuando me acordé del viaje y otras yerbas y agaché el copete. Después de un lindo viaje en avión en que se movió como coctelera llegamos a Bogotá. En el camino Alberto les hablaba a todos los pasajeros de lo terrible que había sido el cruce del Atlántico para nosotros, cuando fuimos a una reunión internacional de leprólogos en París y de que estuvimos a punto de caer en el Atlántico cuando le fallaron tres de los cuatro motores. Acabo con un: "digo que estos Douglas..." tan convincente que temí seriamente por mi vida.
En general estamos por completar la segunda vuelta al mundo. El primer día en Bogotá fue regularcito, conseguimos la comida en la Ciudad Universitaria pero no alojamiento, porque esto está lleno de estudiantes becados para seguir una serie de cursos que organiza la ONU. Por supuesto, ningún argentino. Recién a la una de la mañana nos dieron alojamiento en un hospital, entendiéndose por tal una silla donde pasamos la noche. No es que estemos tan tirados como eso, pero un raidista de la talla nuestra antes muere que pagar la burguesa comodidad de una casa de pensión. Después nos tomó por su cuenta el servicio de lepra que el primer día nos había olfateado cuidadosamente a causa de la carta de presentación que traíamos del Perú, la que era muy encomiástica pero la firmaba el doctor Pesce que juega en el mismo puesto que Lusteau.
Alberto puso varios plenos y apenas respiraban los tipos los agarré yo con mi alergia y los dejé turulatos, resultado: ofrecimiento de contrato para los dos. Yo no pensaba aceptar de ninguna manera pero Alberto sí, por razones obvias, cuando por culpa del cuchillito de Roberto que yo saqué en la calle para hacer un dibujo en el suelo tuvimos tal lío con la policía que nos trató en una forma vejante, que hemos decidido salir cuanto antes para Venezuela de modo que cuando reciban esta carta estaré por salir ya. Si quieren tirarse el lance escriban a Cúcuta, departamento de Santander del Norte, Colombia o muy rápido a Bogotá. Mañana veré a Millonarios y Real Madrid desde la más popular de las tribunas, ya que los compatriotas son más difíciles de roer que ministros. Este país es el que tiene más suprimidas las garantías individuales de todos los que hemos recorrido, la policía patrulla las calles con fusil al hombro y exigen a cada rata el pasaporte, que no falta quien lo lea al revés, es un clima tenso que hace adivinar una revuelta dentro de poco tiempo. Los llanos están en franca revuelta y el ejército es impotente para reprimirla, los conservadores pelean entre ellos; no se ponen de acuerdo y el recuerdo del 9 de abril de 1948 pesa como plomo en todos los ánimos; resumiendo, un clima asfixiante, si los colombianos quieren aguantarlo allá ellos, nosotros nos rajamos cuanto antes.
Parece que Alberto tiene bastantes posibilidades de conseguir un puesto en Caracas. Es de esperar que alguno escriba dos letras para contar cómo andan no tengan que saber todo por intermedio de Beatriz (a ella no le contesto porque estamos a régimen una carta por ciudad, por eso va la tarjetita para Alfredito Gabela adentro) Un abrazo de tu hijo que te añora por los codos, talones y fundillos. Que se anime el viejo y se raje a Venezuela, la vida es más cara que acá pero de paga mucho más y para un tipo ahorrador (!!) como el viejo, eso conviene. A propósito, si después de vivir un tiempo por aquí sigues enamorado del Tío Sam... pero no divaguemos. Papi es muy intelijudo (con semisorna).
Chau

lunes, 13 de junio de 2016

Fuerza Popular frente al fujimorismo

Fuerza Popular frente al fujimorismo
Fuerza Popular se victimiza. Los agravios de campaña están latentes. “Hay heridas”, dicen, sin voltear la página después de un proceso que deja sabores agrios. Serán oposición, sin participar de los consensos. Enfrentarán los retos inmediatos de gobernabilidad comportándose como rivales. Junto al Frente Amplio y antimineros dirán, como en campaña, que Conga y Tía María no van, cuando el próximo gobierno decida retomar el tema. Sus liderazgos tendrán nuevos acomodos. Algunas coordinaciones regionales serán removidas, sin mayor margen para modificar la dinámica que le dio 32% de votos emitidos válidamente en primera vuelta, y todavía sin nuevos vientos aireando el polvo de la derrota.
La política —como la amistad y cualquier asociación— se construye con objetivos comunes y cediendo posiciones. La unidad se vitaliza con esperanzas, con sueños compartidos que son, como dice el congresista Héctor Becerril, “un sueño que se pospone” en Fuerza Popular. Con dos derrotas, el juego político no acaba. Sin embargo, otras fuerzas actuarían al interior del partido de Keiko. Los fujimoristas de la persecución —de las reuniones clandestinas en la avenida Tacna y Petit Thouars— no tienen el parecido con los de reciente cuño. Un fervoroso fujimorista provinciano —víctima del terror, orgulloso del chino— poco o nada en común tiene con el recién llegado, con mando y poder. La lealtad de los fujis provincianos es mayor a don Alberto.
Las aguas seguirán movidas. La militancia romperá con las imposiciones de Joaquín Ramírez y sus hombres de confianza, militantes de ocasión en todas las regiones. El sueño de Becerril será pesadilla no solo para Fuerza Popular, sino además para su mayoría en el Congreso y para la gobernabilidad nacional. Las elecciones regionales y municipales motivarán disputas internas que sangrarán al fujimorismo por una candidatura. Los desplazados y ninguneados esperan reclamar derechos.
¿De qué valió tanto esfuerzo?
Los fujimoristas provincianos sueñan con la libertad del ex presidente. Sus sudores tuvieron ese objetivo. Para ellos, Alberto Fujimori fue víctima de una cruel persecución que lo llevó a la cárcel. Procesos judiciales manejados políticamente que, al terminar en el Tribunal Constitucional, cerraron todos los candados para salir por la puerta grande. Queda indulto o iniciativa parlamentaria. Queda en manos de Pedro Pablo Kuczynski. 
Ya no caben explicaciones de por qué Kenji Fujimori no votó por su hermana. Por conciencia, dicen unos. Su padre está preso, con sentencia casi de por vida y con la voluntad inmediata de PPK de no indultarlo. ¿Qué escenarios maneja Kenji para llevar a su padre a casa? ¿Una solución política, una ley que Fuerza Popular no avalaría? Para bien o para mal, el fujimorismo sin Alberto Fujimori pierde identidad y se queda sin historia, sin logros que mostrar y sin esencia, vacío y desleal, convertido en una maquinaria electorera más, sin líderes asumiendo el deber de dirigentes.
Perú es más que una elección, más que la libertad de un ex presidente, más que insultos —“cobarde” y “narcotraficante”— que dolieron a ambos contrincantes de la segunda vuelta electoral. Un proceso electoral que se espera sirva de lección. No fue ejemplar, ni participaron los mejores, ni se impuso la democracia interna. Cargado de descontroladas lenguas regocijándose de sus maldades, de cajitas de fósforo, tapers y sobres con dinero distorsionando la voluntad popular, empeorando la institucionalidad en pañales. Si esto no cambia, no cambia el Perú.  

Manuel Gago

jueves, 9 de junio de 2016

Efecto boomerang


Hay muchas variables en la definición de una elección, y siempre será imposible afirmar cuáles fueron las definitivas. Sin embargo, considerando el estrecho margen por el que se ha impuesto PPK, podríamos especular que el día que Keiko comenzó a perder la elección fue el domingo del primer debate presidencial. Ese domingo en el que no dudó en zarandear a Kuczynski a pesar de la pasividad con la que él asimilaba cada golpe.

Ya había salido a la luz la investigación de la DEA a Joaquín Ramírez por los indicios de lavado de dinero proveniente del narcotráfico. Pero el candidato de Peruanos por el Kambio había decidido que no atacaría a su oponente. Le había dicho a sus asesores que no lo haría salvo que fuese ella quien lo hiciera primero. Y de hecho, hacia el final de ese primer debate, intentó sacar un par de yaps que no tuvieron la contundencia que se requería para revertir, ni siquiera compensar, los que había recibido. Pero ese día Kuczynski también probó que el fujimorismo, y Keiko en particular, eran capaces de todo, incluso de mentir, dañar honras y hacerlo con el cinismo que fuese necesario. Algo de lo que ni él ni su entorno más cercano estaban convencidos hasta que les tocó vivirlo, sentirlo, en carne propia.

Si en ese primer debate Keiko Fujimori planteaba un debate ceñido a lo técnico, el segundo hubiese podido resultar igual de intrascendente políticamente. Pero no fue así. Keiko fue a la yugular. A asegurarla. Y de hecho ganó ese debate. Lo que no midió fue que al hacerlo, despertaría en PPK algo imprevisible para un candidato que hasta entonces había hecho una campaña muy mala, fría, que no enganchaba con los ciudadanos, con sus potenciales votantes. Y fue así que en el segundo debate, si bien PPK no fue avasallador, hizo lo suficiente para ganarlo. Sus palabras de cierre de ese día lograrían transmitir que era una persona que no estaba dispuesta a dejarse pisar el poncho, que no estaba dispuesta a permitirle al fujimorismo repetir las mañas del pasado. Y ese día, un grupo de peruanos, esos pocos miles que han terminado definiendo la elección, decidieron apoyar su candidatura.

Sin duda, lo de Joaquin Ramírez influyó. Sin duda, también lo de José Chlimper. Sin duda, el apoyo de Verónika Mendoza fue de suma importancia. Pero todo ello no hubiese terminado de cerrar si PPK no lograba mostrar algo de dignidad en el segundo debate presidencial. Y ese algo despertó el día en que Keiko cometió el error de pretender salir a matarlo en el primer debate. Quien le recomendó que esa era la mejor estrategia no midió el efecto boomerang de esa decisión. ¿Habrá sido Kenji?

PODER